viernes, 22 de abril de 2011

El origen del libro

Así, imaginación y memoria son una misma cosa que para diversas consideraciones posee, también, posee nombres diversos.
(Hobbes, Leviatán, capítulo II)
El hombre se relaciona con el mundo mediante herramientas. Las herramientas permiten realizar trabajos de manera más eficaz, actuando como prolongación del cuerpo humano, como extensiones de sus partes. Son máquinas que reproducen sus funciones y potencian sus capacidades. Entre las herramientas más apreciadas se encuentran la escritura y los libros. Ellos ayudan y acrecientan dos funciones de la mente humana: la memoria y la imaginación. La memoria y la imaginación pueden producirse por medio de palabras o signos, configurando el entendimiento. El conjunto de palabras o signos conforma el lenguaje, que se basa en nombres y en las relaciones que se establecen entre ellos. El lenguaje permite la transformación de los pensamientos de un hombre en un discurso verbal. El lenguaje hace posible el registro de los pensamientos, de la memoria y de la imaginación para ser comunicados a otros hombres y, de esta forma, transmitir el entendimiento. En un momento, en algunas partes del mundo, las palabras fueron transformadas en signos mediante la invención de la escritura. La escritura permitió perpetuar la memoria del pasado, transmitir la imaginación del futuro y acercar a hombres que vivían en distantes regiones. La invención de la escritura no solo brindó un nuevo sustrato al lenguaje, un sustrato distinto del sonido y más persistente que él, sino que hizo posible desligar al dicho de una situación concreta y permitió volverlo independiente del contexto en que fue enunciado.
Con el tiempo, la escritura produjo los libros. Ellos sirven como un mecanismo de registro de conocimientos que permite la conservación de información. La transformación del lenguaje en escritura condujo a la fijación del sentido del discurso. La información contenida en un discurso podía provenir del pasado como memoria o anticipar el porvenir como imaginación. La memoria desarrollada extensamente constituyó la experiencia individual y colectiva. La imaginación se formó a partir de hechos que habían sido percibidos durante la vida individual o grupal, sea completa o parcialmente, sea en un momento o en muchos. La imaginación podía combinar imágenes de la experiencia de formas diversas. Estas imágenes podían provenir de la experiencia de uno o de muchos hombres, de uno o de muchos mundos. La imaginación podía combinar las imágenes de un hombre con las de otro y convertirse en una ficción, en la invención de ideas.
Los libros sirven también para inventar ideas, como un territorio para la especulación y otorgan al escritor un poder creador. El escritor podía ser tanto un artesano que cumplía su labor siguiendo unas reglas ya establecidas, como convertirse en un artista, produciendo mundos y personajes. Los libros se construyen alrededor de temas, a diferencia del discurso oral, que toma su energía de su propio valor dramático y cobra sentido por el contexto donde aparece y desaparece. Además, los libros son también herramientas para la construcción de nuevos libros. Un libro es una herramienta para aplicar sobre la realidad pero también es una herramienta para perfeccionar otras herramientas, un libro destinado a generar otros libros. Este uso del libro es la aplicación del conocimiento al trabajo.
Hacia 1450, en todo Occidente, pero sobre todo en los países del norte de Europa, apareció un nuevo tipo de libro. Por su aspecto, poco difería poco de los manuscritos tradicionales, pero no estaba escrito sino impreso en papel con ayuda de tipos móviles y una prensa. Estos nuevos libros traerían profundos cambios en las costumbres y en las condiciones del trabajo intelectual de los pensadores y de los lectores de la época, tanto religiosos como laicos.
Los libros constituyeron uno de los medios más poderosos a disposición de la civilización occidental para concentrar el pensamiento disperso de sus representantes; para potenciar la eficacia de la meditación individual y transmitirla a otros. Los nuevos libros impresos reunieron sin dilaciones a los grandes espíritus, multiplicando su vitalidad y dotándolos de una coherencia enteramente nueva, y de un poderío incomparable. Ellos crearon entre todas las personas capaces de redactar o de leer nuevos hábitos de trabajo intelectual. Los libros salvaguardaron los tesoros religiosos, morales y literarios acumulados entre los siglos XI y XV, garantizando así a los contemporáneos de Gutenberg la continuación de las tradiciones y de las antigüedades grecolatina y cristiana. El libro fue un agente de propaganda eficaz de las ideas del Renacimiento, del humanismo, de la expansión de la religión católica, de la Reforma y de los ataques deísta, ateo y materialista contra las religiones reveladas.
Los libros impresos transformaron la cultura occidental. Una cultura comprende un conjunto de historias, de memorias e imaginaciones, que dan cohesión a una sociedad, a un grupo humano que existe en un espacio y un tiempo definidos. La cultura occidental se había nutrido de dos fuentes: una judía y otra clásica. Los libros fundamentales para la formación de Occidente han sido la Biblia y los grandes poemas épicos homéricos, laIlíada y la Odisea. Los libros permitieron dar un sentido permanente al discurso occidental que no era posible alcanzar con el habla. Los europeos del Renacimiento, de la Reforma y de la edad del Descubrimiento vivieron una nueva definición de Occidente, manifestada a través de una revolución mediática, la invención del libro impreso. Johannes Gutenberg inició está revolución al imprimir el primer libro en Occidente, la Biblia latina. En 1454, Gutenberg imprimió 180 copias en latín, 140 en papel y 40 en pergamino, en Maguncia.Ese mismo año imprimió también el primer libro en alemán, Eyn Manung der Christenheit widder die Durken. Johann Fust, socio de Gutenberg, y Peter Schöffer, su yerno, imprimieron en 1457 el Libro de Salmos, el primero que dio constancia del lugar y fecha de impresión y del nombre del impresor. En 1466 Raoul Lefèvre imprimió el primer libro en francés, Recueil des histories de Troyes. En 1468 Guido delle Colonne imprimió en checoKronika Trojánská. En 1470 Francesco Petrarca imprimió en italiano Canzonieri. Ese mismo año Rashi imprimió sus Comentarios al Midrash en hebreo. William Caxton tradujo al inglés e imprimió el libro de Lefèvre, The Recuyell of the Historyes of Troye en 1474, aunque la imprenta fue introducida en Inglaterra dos años después. También en 1474, en Valencia, Lamberto Palmart y Fernando de Córdoba imprimieron el primer libro en España,Les obres o trobes dauall scrites les quals tracten dela sacratissima verge Maria, en catalán. En 1476 Constantine Lascaris imprimió en griego Erotemata: Epitome ton okto tou logou meron. Clemente Sánchez de Vercial imprimió el primer libro en portugués en 1488,Sacramental. Esta euforia por publicar fue traída a América con la Conquista. Juan Pablos imprimió en México, en 1539, la obra de Juan de Zumárraga, Breve y más compendiosa doctrina christiana en lengua mexicana y castellana, el primer libro en nahuatl y en español y el primero en ser publicado en el Nuevo Mundo. En 1560 se imprimió la Gramática o arte de la lengua quichua de Fray Domingo de Santo Tomás. En 1585, el Concilio Provincial de Lima publicó en esta ciudad el primer libro en quechua y castellano, el Confessionario para los curas de Indios.
Entre 1450 y 1500 se imprimieron más de 6.000 obras diferentes. El número de imprentas aumentó rápidamente durante esos años. En Italia, se estableció la primera imprenta en Venecia en 1469 y en 1500 la ciudad contaba con 417 imprentas, convirtiéndose en el mayor centro editorial europeo. En 1476 se imprimió una gramática con tipografía griega en Milán y en Soncino se imprimió una biblia hebrea en 1488, aunque un año antes Samuel Porteiro Garcon había impreso el Pentateuco en Portugal. En 1476 William Caxton estableció la primera imprenta en Inglaterra.
En España, en Alcalá de Henares, Arnaldo de Brocar compuso, bajo el auspicio del cardenal Jiménez de Cisneros, la Biblia Políglota Complutense, Vetus testamentum multiplici lingua nunc primo impressum, en seis tomos entre 1514 y 1517, la primera reproducción de laBiblia en Europa y la obra de imprenta más importante del renacimiento español. La Biblia Políglota Complutense fue editada por un equipo de eruditos dirigido por Diego López de Zúñiga, entre los que se encontraban Alfonso de Zamora, Elio Antonio de Nebrija, Pablo Coronel y Alfonso de Alcalá. La Biblia Políglota Complutense fue impresa en columnas paralelas en latín, griego y hebreo o arameo. Antes, en Segovia, Juan Parix de Heidelberg había establecido la primera imprenta en España y realizó la primera impresión, las perdidas actas del Sínodo de Aguilafuente, celebrado en 1472. Esta imprenta desapareció, pero ya al año siguiente se establecieron imprentas en Valencia, donde se publicó el primer libro en los dominios de la Corona española con fecha contrastada, el Comprehensorium de 1475. Ese mismo año se fundaron imprentas en Barcelona y se publicó en Zaragoza el Manipulus curatorum. Se fundó una imprenta en Sevilla en 1473 y en Salamanca en 1480. En 1484, Fadrique de Basilea estableció una imprenta en Burgos, donde publicó en 1499 La Celestina. En 1539 Juan Pablos estableció la primera imprenta del Nuevo Mundo en Ciudad de México. En 1566 Alonso Gómez estableció la primera imprenta en Madrid. Aquí se publicó la primera edición de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en 1605 y la segunda parte 1615. La invención de la imprenta produjo una profunda renovación cultural en Europa y en España, sucediéndose grandes editores como Sancho de Nebrija o Juan de Ayala.
Elio Antonio de Nebrija publicó en 1492 la célebre Gramática de la lengua castellana, la primera gramática normativa que se conoce en Occidente. Nebrija tuvo una clara motivación política al redactar su Gramática: el comprendía que el idioma tenía la capacidad de convertirse en el mecanismo de identificación de un pueblo y crear un vínculo que uniese a todos los habitantes de un país.
Los intereses editoriales variaron según la región. Los impresores del norte de Europa publicaron principalmente libros religiosos, como biblias, salterios y misales. Los impresores italianos, especialmente los venecianos, se dedicaron a la publicación de libros profanos, en particular clásicos griegos y latinos redescubiertos durante el Renacimiento, historias de autores laicos italianos y obras de eruditos humanistas. Además, surgió un grupo novedoso de obras difundidas a partir del desarrollo de la imprenta. Estos fueron los panfletos, ausentes en la producción literaria manuscrita: en las luchas religiosas y políticas de los siglos XVI y XVII, los panfletos circularon ampliamente tanto entre protestantes como católicos. Los panfletos constituyeron uno de los principales productos de la nueva industria editorial.
La imprenta no eliminó completamente la producción manuscrita, pues muchos de los libros publicados y de los panfletos fueron copiados a mano y se difundieron de esta forma en las colonias españolas de América, alejadas de los grandes mercados editoriales.
La Corona tuvo un rol dual y contradictorio en la introducción de la imprenta y la difusión de la cultura en Amérca. Si por un lado se trajó la escritura y la imprenta, por el otro la Corona promulgó una extensa legislación restrictiva sobre la impresión de libros en América, buscando limitar su difusión e incluso prohibiendo la circulación de los libros de romances, de historias vanas y profanas, y de libros de caballería. El Estado español consideró que esas lecturas eran perniciosas para los indios ya que a través de ellas se enseñaban vicios y malas costumbres y se alejaba a los hombres de las lecturas edificantes y moralizadoras. Además, los libros que trataban sobre las Indias, si no tenían licencia para ello; y las obras que atentaban contra la religión y la Corona, estaban prohibidos y debían ser confiscadas.
La imprenta fortaleció las acciones de los libros al facilitar su duplicación. Los libros, que cumplían la función de extensión de la memoria y de la imaginación, avanzaron más lejos en el mundo. En los siglos XV y XVI, Europa realizó una revolución del conocimiento con todas estas nuevas herramientas para tratar con la realidad, produciendo cambios que excedían a las potencialidades de los mismos textos publicados. Los libros de historia se mostraron también como herramientas para recuperar e inventar. Los libros escritos por aquellos que luego serían llamados peruanos, comenzando con los
Comentarios reales, fueron también una herramienta de la imaginación empleada en la construcción de la identidad de los hombres que habitaron este país, tal como habían moldeado las identidades en Occidente.
Sujetos a la dominación, entre los andinos la memoria fue un mecanismo para conservar (o edificar) una identidad. (Flores Galindo, Buscando un inca)
Estos libros, los Comentarios reales y la Nueva coronica, cuya importancia sería superfluo señalar, aclaran los orígenes efectivos de la forma de vivir y de los temas que se desarrollaron en los Andes. No fueron creados para permanecer en la producción manuscrita, aunque el primero fue copiado a mano y así alcanzó a difundirse en América, mientras que el segundo permaneció oculto durante siglos. Sin embargo, ambos actuaron sobre la cultura andina formando un nuevo sistema de transmisión y difusión del pensamiento, en el seno de una sociedad que aunque todavía persiste analfabeta e iletrada, se satisface con la cultura y la moral descritas por Garcilaso. A pesar de sus ambigüedades y equívocos, Garcilaso dio origen a una nueva clase de seres humanos.

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